Barcelona regresó a la actividad de La Liga luego de casi cien dias por el confinamiento del COVID-19 y resolvió sin problemas el encuentro ante Mallorca por 0-4.
Sin público y sin presión, con la aparición de un espontáneo, que disfrazado con una camiseta de Argentina quiso abrazar a Messi al comienzo de la segunda mitad y, ésta acción le provocará una buena multa al Mallorca; Barcelona cumplió con lo esperado en un ejercicio que se diría de mínimo esfuerzo y máxima rentabilidad.
0-4 para superar el triunfo de Eibar, la victoria más holgada lejos del Camp Nou y, por primera vez desde el mes de diciembre, sin recibir goles (dos). En sus últimos cinco desplazamientos en la liga antes de la pandemia (Real Sociedad, Espanyol, Valencia, Betis y Real Madrid) Ter Stegen había recibido dos goles, pero finalmente se acabó esa sangría para un equipo que recuperó la solvencia en este atípico e inverosímil final de temporada.
Ganó el Barça por contundencia, sin necesidad de apretar el acelerador más de lo necesario, sin la brillantez que se le supondría, esperando, quizá, tiempos mejores. Lo tuvo de cara muy pronto con el gol de Arturo Vidal en su primera llegada a la portería de Reina y después apareció por duplicado Ter Stegen a dos avisos de Kubo, el revoltoso japonés que un día brilló en su cantera y que ahora intenta en el Mallorca ganarse un puesto en el Real Madrid.
Ocurrió que al equipo local le faltó tanta contundencia en ataque como empaque en el juego. Muy inocente le facilitó la tarea al líder, que se bastó con cuatro remates con intención en la primera mitad para anotar dos goles, el segundo de Braithwaite gracias a un excelente remate con el interior tras la asistencia, de cabeza, de Leo Messi.
Mallorca buscó hacer daño al comienzo de la segunda mitad, pero fue un aviso sin más continuidad. Rozó el tercero Braithwaite, salvado por Reina, lo hizo después Araujo, estrellando su remate en el palo, y acabó por conseguirlo Jordi Alba, asistido, otra vez, por Messi, cuando el partido se dirigía a un cómodo final, sin más, sin que pudiera discutir nada el equipo local.
Y, claro, faltó la guinda, la final, de Messi, con un gol marca de la casa, con la derecha, para cerrar la goleada, la más contundente del líder fuera del Camp Nou esta temporada.
Sin aspavientos, con reservas, con cambios y señales, regresando Luis Suárez al cabo de cinco meses y siguiendo Leo Messi en su papel de director indiscutible, dos asistencias mediante, el Barcelona regresó a la Liga con una victoria funcionarial. Una goleada con la brillantez justa, la necesaria y no más. Lo suficiente para, de entrada, presionar a un Real Madrid que el domingo recibirá al Eibar.
REDACCIÓN/AGENCIAS/MAI