Rusia cambió el jueves su postura sobre el bombardeo de un hospital ucraniano en la ciudad de Mariupol, con una mezcla de declaraciones que oscilaron entre negaciones agresivas y un llamado del Kremlin para establecer hechos claros.
El ataque sobre el hospital, con sus espantosas víctimas civiles, es el resultado inevitable de una guerra aérea contra ciudades densamente pobladas. Pero a la vez es un ejemplo más de las consecuencias de una estrategia que intenta vencer el terrorismo con la guerra.
Agencias