Paco Ignacio Taibo II conduce un análisis del tema
Justo el día en que se cumplen seis años de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, el 26 de septiembre de 2014, History transmitirá la docuserie «Los días de Ayotzinapa», que de la mano del escritor hispano-mexicano Paco Ignacio Taibo II, logró desarmar el informe del gobierno mexicano de lo que sucedió aquella fatídica noche en Iguala, Guerrero.
La tragedia, considerada un punto de inflexión para la historia del México moderno, conmovió al mundo entero y ahora, a través de la pantalla de History, se hará eco de la lucha, la esperanza y la petición de justicia de los padres y compañeros normalistas de los nueve muertos y los 43 estudiantes que aún hoy continúan desaparecidos, después de que «la verdad histórica» del Estado mexicano colapsara.
«Los días de Ayotzinapa», que History estrena el sábado 26 de septiembre y consta de dos episodios, de 56 y de 76 minutos de duración, respectivamente, en los que se presentará una investigación exhaustiva, que con la ayuda de periodistas y de los representantes del Equipo Argentino de Antropología Forense se plantean hipótesis de lo sucedido.
Paco Ignacio Taibo II conduce un análisis del tema y pone énfasis en la brutalidad policiaca que se observó aquel 26 de septiembre de 2014 en las calles de Iguala, Guerrero.
Estas hablando casi de 12 horas de persecución de estudiantes para matarlos (…) Pero ya habían sido tendidas decenas de cortinas de humo, ¿qué están intentando tapar?”, reflexiona el escritor en el trabajo audiovisual, dirigido por Matías Gueilburt.
«Los días de Ayotzinapa», una producción periodística de Cecilia González, con el guion de Nicolás Gueilburt, retoma el grito doloroso pero constante de las familias y compañeros de los normalistas desaparecidos: «¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!» y pone luz a las posibles causas de esta herida aún abierta, que es el caso más significativo de agresiones a los derechos humanos sucedidas en México en los últimos años.
Esta producción de Sebastián Gamba se enriquece con las imágenes de archivo que fueron tomadas durante varios años de la cobertura que realizaron con sus cámaras Juan C. Martínez, Víctor Figueroa y Rafael López; además del involucramiento activo de profesionales de la información como Anabel Hernández, Paula Mónaco Felipe, John Gibler y el análisis político de Luis Hernández Navarro.
Hernández Navarro explica en este documental los varios elementos que hay que tomar en cuenta para tratar de comprender por qué las autoridades de todos los niveles gubernamentales, de acuerdo a lo dicho por los investigadores, reaccionaron de la forma en la que lo hicieron, afectando a ciudadanos que estaban en el lugar y la hora incorrecta.
Hay varios elementos a tomar en cuenta. Primero, ¿por qué se actuó como se actuó?… Porque quien lo hizo sabía que al hacerlo no iba a haber consecuencias; Guerrero es el estado donde campea la más absoluta impunidad. En segundo lugar, estamos hablando de un estado donde el narcotráfico opera y tiene una enorme importancia política, económica y militar. Y en tercero, existe un clima de estigmatización contra los estudiantes de la normal rural que tiene muchos años”, asegura en «Los días de Ayotzinapa» el politólogo.
En el primer episodio de la docuserie se aborda lo que sucedió casi minuto a minuto aquella noche en Iguala, Guerrero, narrado también con audios originales en los que se escucha a estudiantes como Pedro David García López.
Se verá la gran escala del operativo, el inusual despliegue de fuerzas de seguridad y lo que varios expertos han definido como «la cacería» de los normalistas, de los que primero habían desaparecido 57. Otra parte fundamental del primer episodio del documental es la narración de los sobrevivientes, de quienes llegaron más tarde al lugar o la intervención de un periodista que cubrió la conferencia de prensa que los jóvenes ofrecieron tras los violentos hechos.
En la segunda parte se hace eco de la teoría gubernamental de que el operativo fue coordinado por el alcalde José Luis Abarca Velázquez, quien supuestamente quería evitar que los estudiantes interrumpieran una actividad de su esposa María de los Ángeles Pineda Villa; pero según las evidencias, pronto se indicó que no podría haber sido orquestado por la pareja, que no tenía el poder necesario para movilizar a fuerzas policiales ajenas a su jurisdicción.
En «Los días de Ayotzinapa» con el retome de numerosos peritajes, innumerables archivos, material hemerográfico, videos y testimonios, se llega a varias conclusiones, por demás dolorosa, una apunta a que:
Eso lo hizo una persona que estaba adiestrada para eso, y lo hizo con la finalidad de generar terror a los normalistas, a las juventudes y al pueblo de México”.
Conoce un poco más esta penosa historia
La «desaparición forzada de Iguala de 2014« fue una serie de episodios de violencia ocurridos durante la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27 de septiembre del 2014, en el que la policía municipal de Iguala y estatal de Guerrero persiguió y atacó a estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa a los cuales acusaban de haber tomado de forma ilegal autobuses en la terminal local. En dicho ataque habrían resultado heridos periodistas y civiles. Los hechos dejaron un saldo de al menos 9 personas fallecidas, 43 estudiantes desaparecidos de esa escuela normal rural y 27 heridos.
Primer ataque
Tras la toma de los últimos tres autobuses en la central camionera de Iguala, cuatro de los autobuses formaron una caravana y debido al denso tránsito vehicular en las calles tomaron rumbo hacia el norte, con el Estrella de Oro 1531 a la cabeza, seguido de los Costa Line 2012 y 2510 en ese orden y finalmente el Estrella de Oro 1568. Estos, iban hacia el anillo periférico de Iguala, para de allí enfilar hacia Ayotzinapa. Ello los haría pasar a una cuadra del festejo del DIF. Sin embargo, alertados por el aviso del chofer, la policía los comenzó a perseguir a tres cuadras de la central camionera, en un intento por impedir que la comitiva se acercase al festejo. El Estrella Roja 3278 salió el último de la estación, con suficiente retraso como para encontrar el tránsito hacia el sur despejado, por lo que enfiló en esa dirección para llegar a la carretera a Chilpancingo.
De acuerdo con declaraciones del fiscal guerrerense, Iñaky Blanco Cabrera, el primer episodio de violencia ocurrió a las 21:30 horas, cuando la policía logró interceptar el paso de los cuatro autobuses encaminados al norte mediante una camioneta que bloqueó su avance en la esquina de las calles Juan N. Álvarez y Periférico Norte. Los alumnos bajaron de los autobuses para intentar empujar fuera del camino la camioneta, y se enfrentaron a los policías, que también llegaban. Cuando el estudiante Aldo Gutiérrez Solano forcejeó y sometió a uno de los policías, agentes de la Policía Municipal de Iguala abrieron fuego contra él, hiriendo gravemente a Gutiérrez Solano y matando a su compañero Daniel Solís Gallardo.
La balacera inicial puso en desbandada a los estudiantes normalistas, varios de los cuales se refugiaron en los espacios entre los autobuses detenidos. Otros más escaparon como pudieron a los alrededores; sin embargo, la policía de Iguala se llevó bajo arresto a la mayoría de los estudiantes que no habían podido bajar de los autobuses. La mayor parte de los arrestados provenía del último autobús en la fila (el Estrella de Oro 1568).
Segundo Ataque
El segundo convoy de estudiantes, que llegó alrededor de las 23 horas de la noche del 26, se encontró con algunos de los compañeros que no habían sido llevados por la policía, entre ellos los que bajaron del Estrella Roja 3278. Los estudiantes, acompañados por profesores pertenecientes a la CETEG (Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero), comenzaron a inspeccionar el lugar y a buscar a cualquier otro alumno oculto tras la balacera. Asimismo, daban entrevistas a la prensa que iba llegando por el primer ataque en contra de sus compañeros. Seguían en el lugar alrededor de la medianoche cuando fueron atacados una vez más por un grupo que llegó de repente y que, según testigos presenciales, disparaba ráfagas en su contra. En este ataque fallecieron dos estudiantes más, llamados Julio César Ramírez Nava y Julio César Mondragón Fuentes; mientras que el resto huía en desbandada y se ocultaba en los cerros circundantes o en las azoteas de las casas de Iguala.
Casi al mismo tiempo, a la salida de Iguala, en la autopista a Chilpancingo, otro grupo de policías disparó contra un autobús que transportaba a los integrantes del equipo de fútbol Avispones de Chilpancingo, de la tercera división. El equipo de fútbol no estaba involucrado en los hechos y aparentemente fue confundido por la policía como otro autobús más del convoy de los estudiantes normalistas. Este equipo era de Chilpancingo e iba de regreso a su sede tras un partido como visitante en Iguala. En este ataque perecieron tres personas: David Josué García Evangelista de 15 años de edad, y uno de los futbolistas, Blanca Montiel Sánchez (pasajera de un taxi que pasaba por el lugar) y Víctor Manuel Lugo Ortiz (chofer del autobús que conducía a los jugadores de vuelta a Chilpancingo). El director técnico del equipo resultó herido y fue internado grave.
La busqueda
La búsqueda de los 43 estudiantes por parte de padres de familia junto con normalistas, que fueron resguardados por elementos de la Fuerza Estatal, inició el mismo 29 de septiembre, intensificando el operativo al buscar posibles cadáveres en fosas comunes.
El sábado 4 de octubre se descubrió en los alrededores de Iguala una fosa clandestina con 28 cadáveres sepultados en ella. Eventualmente los análisis forenses dictaminaron que estos cuerpos no correspondían con ninguno de los 43 normalistas desaparecidos ignorándose hasta la fecha la identidad de los cuerpos.
El día 8 de octubre fueron detenidos en Cuernavaca, Morelos, Osvaldo Ríos Sánchez y su hermano Miguel Ángel, sospechosos de haber participado en la desaparición. Los hermanos Ríos Sánchez confesaron su involucramiento y el haber estado bajo las órdenes de Ángel Casarrubias Salgado, uno de los líderes de Guerreros Unidos. Al día siguiente la PGR encontró otras 4 fosas con ocho cadáveres en total en el paraje de La Parota, en la localidad de Pueblo Viejo, Guerrero. Sin embargo, estos hallazgos tampoco correspondían con los 43 normalistas desaparecidos.
Según declaraciones de otros miembros capturados de los Guerreros Unidos, los estudiantes fueron llevados al basurero municipal de Cocula hacinados en dos camionetas. Al arribar, quince de los estudiantes habían muerto de asfixia al bajarlos debido al hacinamiento y las ataduras. Una vez bajados los estudiantes sobrevivientes de las camionetas, se interrogó brevemente a cada uno antes de proceder a matarlos de un balazo en la nuca. Después los tiraron a la parte baja del basurero donde incineraron los cuerpos, haciendo relevos para vigilar el proceso y mantener el fuego durante horas arrojando combustible a los cuerpos. Al terminar se ordenó a los vigilantes del fuego que recogiesen las cenizas y triturasen los huesos restantes para meterlos en bolsas de plástico y arrojarlas al río San Juan.