La tradición proviene de nuestros ancestros; hoy forma parte de los escenarios teatrales
La eterna lucha entre el bien y el mal es el eje central de las pastorelas, con la victoria, siempre, de los buenos y la derrota de los villanos. Dualidad del universo. Es el enfrentamiento de las fuerzas oscuras contra los seres de luz, representados por el temible diablo y los pastores que se dirigen a Belén con la ilusión de adorar al Niño Dios que ha nacido en un humilde portal. Pastores, de ahí el derivado de pastorelas.
Las pastorelas en nuestro país y en otras naciones del mundo se han convertido en espectáculos de temporada, como ocurre de igual manera con Don Juan Tenorio en días de difuntos. Dotadas con un toque de humor, estas escenificaciones permiten que el público se divierta, a la vez que recibe el mensaje divino de Dios y disfruta intensamente el fervor navideño.
Las pastorelas que subían a escena todavía en las décadas de los años 70 y 80, en el siglo pasado, copaban la cartelera teatral y, sin embargo, en estos tiempos recientes de internet y dispositivos móviles el número ha decrecido notablemente; no obstante, aún vemos títulos como Pachecas a Belén, que data de hace tres décadas.
Por supuesto, las pastorelas son una tradición que no debe perderse, así que debemos aplaudir que en diversos planteles escolares continúen fomentando entre los niños este maravilloso espectáculo, acompañado de un delicioso ponche caliente para paliar el frío.
EL ORIGEN
Se trata, pues, de reproducir en escena el nacimiento de Jesús y sus orígenes se remontan a la Italia del siglo 13, según se dice, por iniciativa de San Francisco de Asís. En México, sin embargo, la recreación de la pastorela se remonta a los tiempos de la Colonia y se atribuye a fray Andrés de Olmos la autoría de la primera de ellas, bautizada con el título La adoración de los Reyes Magos.
De acuerdo a México Desconocido en su portal de internet, esta primera pastorela fue escrita en idioma náhuatl para la fácil comprensión de los indígenas. Explica que en 1530 el primer obispo de la Nueva España, fray Juan de Zumárraga, expidió una ordenanza para festejar una «Farsa de la natividad gozosa de nuestro Salvador».
Los franciscanos ayudaron a difundir y popularizar este espectáculo que se mantiene hasta nuestros días como una demostración de fe y expresión del catolicismo, en alabanza al hijo de Dios.
TERCERA LLAMADA
Como cualquier obra de teatro, la pastorela requiere de la participación de un grupo de actores que caracterizan a los personajes fundamentales: María y José, así como a los pastores, al arcángel Miguel y al malvado Lucifer. Se requiere, asimismo, de días de ensayos, de preparación, de diseñar el vestuario, la escenografía y armar los diálogos, todo, desde luego, bajo las órdenes de un director.
En México a Miguel Sabido se le recuerda con admiración por sus magistrales pastorelas que solía presentar en el Teatro de la Ciudad, en la capital del país, escritas, dirigidas y producidas por él con un fantástico resultado artístico y cultural en escena.
Y aunque hoy, dadas las condiciones que sufrimos mundialmente por causa de la pandemia estos maravillosos espectáculos están detenidos, teníamos que recordarlos como un bello símbolo más de las fiestas decembrinas.